Muros yermos,
sonrisas
agrietadas,
sin flores,
sin niños,
sin cantos ni
esperanzas,
donde el grito
sordo es de las cadenas
por suelos
arrastrando
las huellas
que no andan,
pegados a las
rejas
los dedos que
no abren
al sol ni una
ventana,
criadero de
sombras
engordadas por
la ausencia,
tu cárcel, no
la mía
Yanamayo, septiembre 2001
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